La arquitectura siempre parte del terreno de lo que no existe, de las ideas. Propuestas abstractas, complejas, deben hallar su camino hacia un público y para ello el recurso visual más eficiente con el que cuentan, son las imágenes 3D. Pero ¿qué hace que un observador se conecte emocionalmente con una imagen y rechace otra? ¿Qué hace exitosa a una imagen arquitectónica?
Con café en mano conversamos con el Arquitecto Andrés Restrepo, Director de Ruptiva.
La cercanía que nos permite trabajar en contacto cotidiano con el entrevistado, nos da una privilegiada e íntima visión de su trabajo. Usualmente rodeado de colaboradores de variadas disciplinas, Andrés puede pasar un día entero comparando resultados al aplicar diferentes materiales para el tapizado de una de las sillas del bar para un hotel que solo existe en planos y en su mesa de trabajo.
Su rutina, que en muchos casos requiere de altas dosis de introspección, hoy lo obligan a poner en palabras y describir, cómo los fotógrafos de lo inexistente construyen los acabados de un mundo imaginario.
¿Por qué la arquitectura parece depender cada vez más de las imágenes 3D fotorealistas para presentar sus obras?
Los arquitectos hacemos un gran esfuerzo por darle a nuestras edificaciones un carácter, pero usualmente nuestros diseños, útiles para efectos constructivos, dejan aún en el aire algunos matices no definidos que hacen que nuestras ideas luzcan como carentes de profundidad. La personalidad se termina de definir a partir de los rasgos, y en la arquitectura, los rasgos son los detalles.
¿Qué se busca hoy con una imagen 3D?
Desde el nacimiento del modelado 3D como herramienta técnica para comprender espacialmente un proyecto, la disciplina ha ido madurando como también lo ha hecho su objetivo. Ya hoy no queremos solo que alguien entienda el proyecto, buscamos cerrar completamente esa brecha entre el diseño inicial y la realidad para provocar emocionalmente al espectador, removerlo, conectarlo con la obra hasta que se sienta parte de esta.
¿Desde dónde se parte para diseñar un render 3D exitoso?
En primer lugar debemos desapegarnos a la idea de que el diseño de imágenes fotorrealistas es un tema absolutamente vinculado al manejo técnico de un software. La herramienta permite crear pero las imágenes existen primero en la mente del diseñador y luego en la pantalla. Si no puedes recrearla en detalle en tu mente, no puedes diseñarla.
Por esto, la primera parte de la labor no tiene nada que ver con programas para el modelado de 3D ni edición de fotografía, se trata de tener una capacidad para conceptualizar, es decir, contar una historia a través de una imagen.
¿Qué historia se cuenta a través de un render?
Antes de mirar el modelo 3D debemos preguntarnos cuál es el propósito de la edificación, qué se busca con la imagen a desarrollar, quién habitará ese lugar. Estas preguntas nos llevan a tomar decisiones a la hora de diseñar.
Tomemos como ejemplo un proyecto de eco casas. Usualmente nuestro proceso creativo comienza con una entrevista en donde buscamos definir por qué la casa existe, qué viene a proponer en un mercado tan competido. Entonces su arquitecto original, miembro o no de nuestro taller, quizá nos dice que tiene la visión de acercar al hombre a la naturaleza. A partir de allí hay una línea clara que nos impulsa a desarrollar su propuesta.
A la hora de elegir planos, entonces, proponemos no enfocar los muebles de la sala, sino explorar cómo un árbol se integra a la terraza. Buscamos el mejor ángulo para realzar el espíritu que dio origen al concepto.
Luego, entendiendo quién es el potencial comprador, decidimos cómo hacemos que esa persona pueda verse en la historia que estamos contando. Y es que cuando se tiene claro al protagonista, es más sencillo explorar las particularidades del relato visual.
Miramos entonces a qué tipo de diseño está habituado el potencial comprador, qué muebles elegiría, qué obras de arte le harían reaccionar. A esto llamamos ambientar la historia. No se trata de elegir los muebles de moda, o un color de pared que “combine”, es ponerse en los zapatos de ese personaje para quien el diseño ha sido pensado y situarse mentalmente en el lugar para elegir uno a uno todos los elementos que harán parte de su vida.
Es hallar un punto de encuentro entre la necesidad de mostrar la obra diseñada y acercar emocionalmente al espectador.
Pero la tendencia, incluso, nos está llevando a entender que muchas veces los seres humanos se conectan cada vez más con lo que llamamos imágenes de detalles o escenas.
¿Escenas de detalles?
Sí, es una tendencia que se inclina más al estilo de vida y menos a entender la obra. Por ejemplo, un plano detalle de un juguete de un niño en la sala al lado de un sofá.
El render no habla de distribución espacial, no explica mucho acerca de los materiales usados ni de la propuesta arquitectónica, es una imagen que intenta generar emociones porque justamente son éstas las que motorizan el mercado inmobiliario.
¿Qué juguete elegiría para una pareja de clase media que quiere tener su primera casa en Miami?
¿Qué textura sería familiar para el sofá de esa pareja pero a su vez le daría un carácter aspiracional?
Estas escenas son instantes ricos en detalles que reflejan cómo idealmente se habitará el espacio.
Para esto toca estar obsesionado con entender al sujeto, al mercado, actualizar constantemente las referencias de todo material, objeto decorativo, mobiliario, etc.
Tener todo esto claro nos brinda un anclaje para el desarrollo técnico de la imagen.
¿Qué hace que técnicamente ese concepto quede plasmado en la visualización arquitectónica final?
Volvamos al ejemplo de la casa familiar en Miami. Podemos haber conducido una investigación completa para comprender cuál es la tela perfecta para el sofá de la sala y cuál es el juguete ideal para ambientar nuestra escena, pero si estos no lucen reales, la imagen seguirá desconectada del universo emocional de la audiencia.
Lo mismo pasa con la estructura arquitectónica que debemos representar, el diseño puede estar perfectamente basado en el usuario, pero si no logramos completar los detalles en blanco para cerrar la brecha entre la idea y la realidad, seguirá siendo un modelo con poca capacidad para emocionar a un potencial comprador, un inversionista o un socio.
Hay dos grandes grupos de elementos que determinan que una visualización técnicamente logre transmitir el concepto arquitectónico con apego a la realidad.
En primer lugar, los elemento internos, propios del equipo profesional a cargo de la imagen, en donde están: criterio arquitectónico, conocimiento real de los materiales de construcción, comprensión de la luz como fenómeno, entendimiento de los principios para el diseño de interiores y paisajismo, manejo de la fotografía, habilidad para elaborar los modelos, etc.
En el campo de los renders fotorealistas normalmente no estamos definiendo si la edificación tendrá dos o tres pisos o si determinada columna será o no de concreto, eso típicamente ya ha sido concebido, pero sí nos corresponde interpretar técnicamente la intención original del arquitecto para hacer que su diseño cobre vida. Para ellos necesitamos fundamentos que nos permitan reflexionar.
Nos preguntamos entonces qué tipo de textura tendrá ese concreto, cómo reaccionará la luz al encontrarse con sus imperfecciones, en qué momento del día las ligeras sombras dibujarán asimétricos y minúsculos patrones en esa columna y cómo estos jugarán con las sombras de un árbol.
Se trata de integrar diferentes disciplinas para entender el discurso que se teje entre todos los elementos de la escena.
Posteriormente, para desarrollar la dimensión fotorrealista de la imagen, debemos considerar el otro gran grupo de elementos críticos: Los correspondientes a lo externo. La herramienta y la calidad de las texturas o materiales con los que trabajamos.
Así, gran parte de nuestra labor consiste en estar a la vanguardia, investigando para hacer uso exclusivamente de los más innovadores recursos, esos que nos permiten una mejor definición en las imágenes y un gran cuidado al detalle.
Sobre este respecto, debo señalar que se trata de una carrera cada vez más veloz en la que la información se actualiza diariamente.
Nuestros equipos están todos los días a la caza de nuevas formas de plasmar cualquier imagen que nos permita acercarnos solo un poco más a la realidad.
¿Hacia dónde apunta el futuro de las imágenes fotorrealistas?
Si bien las herramientas evolucionan cada día, el vídeo 3D, la realidad aumentada, la realidad virtual, los ambientes de inmersión, todos tienen un destino claro, contar historias más elaboradas, con más detalles, más emocionales. De nada sirve un recorrido con un casco de realidad virtual si lo que el espectador vive no le conecta, no lo mueve.
Todos los que trabajamos en esta área seguiremos teniendo una misma misión indistintamente de la herramienta que usemos, nos sentaremos todos los días a diseñar pensando en cómo hacer del espectador, el protagonista de una obra arquitectónica.
Andrés Restrepo es Arquitecto graduado de la Universidad Pontificia Bolivariana. Actualmente es Director General en Ruptiva.