Arquitectura accesible. Entrevista a Dinah Bromberg

¿Qué es hoy la Arquitectura accesible? Entrevista a Dinah Bromberg

Por Tomás Quintero

Arquitectos, constructores, desarrolladores, todos enfrentan día a día el desafío moderno de diseñar y materializar proyectos accesibles para todos. Y es que los mercados cambian a un ritmo acelerado, demandando, cada vez con más fuerza, crear condiciones que permitan integrar a cada persona sin distinción de su género, raza, edad, género, funcionamiento o discapacidad. Pero ¿cómo se construye para todos? ¿Es rentable aún el esfuerzo de construir considerando las nuevas prácticas de accesibilidad? ¿Qué hacemos con las edificaciones preexistentes que fueron materializadas bajo otros paradigmas?

Nos atrevimos a pensar acerca de este tema, pero en compañía de alguien cuya carrera profesional ha estado íntimamente ligada a la evolución latinoamericana del concepto de accesibilidad aplicada a la arquitectura durante más de 20 años.

Al googlear su nombre, las referencias se desbordan en la pantalla: Conferencista internacional, consultora, investigadora académica, escritora, líder de procesos de transformación de ciudad, todo enfocado hacia un destino común: La accesibilidad. 

A distancia, en una videollamada compartimos un café con la arquitecta Dinah Bromberg. Nosotros en Medellín, ella en Madrid, ciudad que la ha cautivado y de la cual aprende cada día. No fue tanto una entrevista como una invitación a reflexionar acerca de la accesibilidad en la arquitectura. De hecho, el primer cuestionamiento no vino de parte de Ruptiva, fue la misma Dinah la que nos lanzó:

— Este blog en donde publicaremos la entrevista, ¿cumple con criterios de accesibilidad universal? la ONU así lo demanda.

No vimos venir la pregunta y de inmediato descubrimos que el tema tendría tantas capas como minutos durase la entrevista.

— Quiero que pienses en la accesibilidad como una dimensión y condición necesaria este nuevo término acuñado aplicable a todos los ámbitos y contextos, la famosa “experiencia de usuario” por ejemplo. Todos hablan de la experiencia de usuario y cómo el diseño debe centrarse y conocer a ese sujeto que es el norte. En este caso, la accesibilidad reclama que el espectro de experiencias de usuarios incluya a todas las personas, los que ven o no la pantalla, los que no escuchan sonidos. La accesibilidad implica crear las condiciones para que cualquier persona pueda usar y disfrutar plenamente un lugar, un producto, un servicio o simplemente vivir una experiencia plenamente.

— ¿Cómo ha sido la evolución del concepto de accesibilidad en el último siglo?

— La humanidad pasó del modelo de la prescindencia, entendiendo a la persona con discapacidad como un castigo, una vergüenza a esconder y del cual se puede prescindir. Se lanzaban desde las montañas como en Esparta, les encerraban, confinándoles a vivir en instituciones médicas o iglesias y fueron exterminados o usados para experimentos en el holocausto. Las condiciones físicas poco importaban, mucho menos pensar en accesibilidad. Luego de la Segunda Guerra Mundial, al ver la sociedad a sus jóvenes héroes llegar a casa amputados, con dificultades auditivas, visuales o mentales, fortalecieron la consolidación del modelo médico centrado en diagnosticar, tratar y facilitar su rehabilitación y reintegración a la sociedad. La accesibilidad comenzó a ser importante para atender la alta presencia de personas en sillas de ruedas y otras ayudas técnicas, en particular en centros de salud y servicios asistenciales. Posteriormente, en el marco de las revueltas sociales, estudiantes universitarios con discapacidad reclamaron el derecho a la igualdad, la inclusión y la accesibilidad, promoviendo lo que se conoce como el modelo social. 

Esto nos dio un impulso enorme, visibilizando el problema, creando acuerdos y normas a nivel mundial, reclamando la integración y a la accesibilidad como derechos. La accesibilidad es vista como un aspecto fundamental en la vida y desde un modelo biopsicosocial, los entornos inaccesibles limitan y discapacitan a quienes tienen dificultades de movilidad, cognitivas o de comunicación.

Al momento de legislar y normar la accesibilidad, nos hemos encontramos con un mundo lleno de barreras construido para un segmento de la población y nos tocó repensar cómo incluir en estos, quienes históricamente habían sido excluidos. 

El mundo ha empezado a comprender y a diseñar ese mundo accesible, ese es un reto realmente moderno. La rampa misma se convirtió en el centro del diseño y como elemento estético. En este sentido me ha maravillado la arquitectura de Oscar Niemeyer, pues constituyó un cambio en las formas y en la fluidez del espacio. Actualmente la accesibilidad abarca no solo el entorno físico, sino los objetos, las comunicaciones, el espacio digital, la prestación de servicios y atención al público, así como en la oferta de experiencias de calidad

—¿La experiencia?

Ya no hablamos solo de las medidas universales aceptadas para un ascensor, un baño o un pasamanos. Se trata de cómo alguien que no ve o con algún compromiso cognitivo puede saber dónde está el baño con la señalética y herramientas apropiadas. Es instalar bucles de inducción magnética para que alguien que usa dispositivos para amplificar sonido pueda escuchar una conferencia, sin que haya interferencia sonora con otros dispositivos electrónicos. Es arquitectura y a su vez rebasa a la arquitectura. Es entender toda la experiencia de los usuarios. Acá a los arquitectos nos toca aprender a dialogar con muchas disciplinas.

— ¿Hablamos de un eje transversal?

Que atraviesa también a los procesos y a las personas. De hecho, los cambios físicos en países de Latinoamérica tienden a ser más difíciles, porque implican inversiones de obra importantes. 

Diría que en toda organización humana debemos acompañar cualquier actuación física con cambios actitudinales hacia la inclusión. Esto apunta a crear cultura de accesibilidad incluso antes que modificaciones estructurales. Implica desarrollar un compromiso genuino por el reconocimiento del otro como un ser humano al que hay que facilitarle las condiciones para que pueda desenvolverse de forma autónoma, segura, cómoda, digna y de manera normalizada.

— ¿Por qué se hace tan difícil para los arquitectos, constructores y desarrolladores concebir proyectos accesibles?

En este momento no hay otra limitante para crear edificaciones accesibles que no sea el desconocimiento y el miedo o inacción que se deriva de ese desconocimiento. Las normativas son claras, los referentes mundiales son variados y en todas las latitudes. Los gobiernos, universidades y ONGs han hecho enormes esfuerzos por concienciar y crear las condiciones que permita implementar el estamento jurídico y normativo demandado a los países del mundo que, por demás, representa un valor agregado, aumenta la asistencia de usuarios y la rentabilidad. 

Cada vez más las empresas y organizaciones han ido venciendo esa resistencia y afortunadamente en los países industrializados se ha estado marcando un sendero de diferenciación, calidad y mejora continua que se vuelve un requisito para competir en el mercado. 

No hay otra limitante para crear edificaciones accesibles que no sea el desconocimiento y el miedo o inacción que se deriva de ese desconocimiento”.

Hacer construcciones accesibles es, en primera instancia una acertadísima decisión de negocios, puesto que permite llegar a un público que está entre el 10% y el 15% de la población, que consume productos y servicios y que usualmente tiene muy limitadas sus opciones. Un restaurante diseñado de forma accesible permite aumentar su clientela ya que las personas con discapacidad siempre van acompañadas y prefieren entornos amigables y accesibles en donde pueden participar todos. Construir accesible es también una forma de diferenciarte y fidelizar el mercado.

— Pero ¿y los costos?

Al evaluar los costos de construcción accesible, si esta se considera desde el inicio del diseño, no será mucho más costoso y, sin duda, mucho más económico que hacer adecuaciones posteriores. Hay otros costos que nos ahorramos como demandas por incumplimiento de leyes, accidentes generados a terceros, baja responsabilidad social de la empresa, porque tenemos que entender que ya estos son derechos fundamentales. Una caída de una persona en silla de ruedas porque el espacio no cumpla la normas puede generar inconvenientes enormes para un constructor si este no ha desarrollado su proyecto con apego a criterios universalmente aceptados. 

“No será mucho más costoso y sin duda mucho más económico que hacer adecuaciones posteriores”.

— ¿Y qué hacemos con todo lo que ya está construido?

Lo primero que debemos entender es que es un terreno en el que no todo es blanco y negro, en el que hay matices. Hay cosas que podremos acometer fácilmente, otras por plazos y otras que no. Por ejemplo, usted tiene un hotel construido en los 90s, y decide abrirse a la accesibilidad, quizá no tenga la capacidad de transformar todo el hotel o todas las habitaciones, pero sí pueda hacer ajustes significativos al interior de varias de ellas, por ejemplo, las que están más cerca de los ascensores o de fácil movilidad peatonal, haciendo a su vez adecuaciones en un porcentaje de los distintos espacios y servicios. A esto llamamos “ajustes razonables”.

Y el listado es enorme de las cosas que podemos hacer sin grandes presupuestos: Bajar la altura de la mirilla de las puertas, de los apagadores, de los espejos, eliminar el bidet y abrir espacio para un área de transferencia al sanitario. Es algo que muchos edificios pueden contemplar, pero cuando parten del desconocimiento, la respuesta siempre va a ser: No se puede, es muy costoso.

Ha sido hermoso identificar cómo las ciudades han gestionado temas tan delicados como la accesibilidad a patrimonios históricos. por ejemplo, la ciudad de Ávila en España, en un ejercicio de coherencia, logró hacer accesibles sus murallas a las personas con discapacidades motoras. Es que, si un bien es patrimonio, lo es para todos y debe estar disponible para todos. Hace 40 años no sabíamos cómo hacerlo, hoy ya tenemos buenas prácticas que vemos alrededor del mundo.

— ¿Hacia dónde apunta la accesibilidad?

Te hablé antes de cómo han cambiado los modelos y paradigmas, pues el siguiente paradigma es el de la normalización. Cada vez es más fácil reconocer que lo normal es que seamos diferentes y la normalización hace que la accesibilidad sea un estándar en todos los espacios. Estamos creando una estandarización en la que puedan darse esas experiencias de usuario, incluyendo a los usuarios mayores o con discapacidades. Vamos encontrando normas panamericanas y normas europeas de accesibilidad, ya hay normas ISO que son estándares aplicables en cualquier lugar y que, por ejemplo, en señalización una persona con síndrome de Down pueda identificar cuál es su estación de tren aquí en Madrid como en París. 

— ¿Cuál es el desafío futuro?

Seguirá siendo el mismo. Es un desafío ético aplicado a la arquitectura y la construcción; reconocer la diferencia, reconocer la dignidad en cualquier humano y comprometernos con la idea de crear el entorno necesario para que todos podamos vivir, tanto hoy día como en nuestra vejez, de forma autónoma, segura, normalizada, cómoda y digna.


La Doctora Dinah Bromberg es una arquitecta venezolana, consultora, tallerista, conferencista en formación en accesibilidad, diseño universal e inclusión organizacional en turismo, patrimonio, educación y laboral.

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