Proyectos arquitectónicos que salieron mal

Proyectos arquitectónicos que podían salir mal… y salieron mal

Por Nelson Barroso

La arquitectura es la sinergia entre el arte y los cálculos, la imaginación y la exactitud. Es la perfecta combinación de lo bello y lo funcional, cuya fusión resulta, más que la suma de sus valores, en la multiplicación de estos. Dicho más llanamente: la arquitectura, la buena arquitectura, es más que una construcción hermosa, más que una estructura que funciona, son ambas cosas que trascienden juntas. Pero no todos los casos son así de afortunados. Algunas veces la combinación de estos imprescindibles elementos no ha sido tan equilibrada.

Lo hermoso resplandece y su carácter indómito puede desplazar al razonamiento matemático necesario para proveer a esa idea de una estructura que la sostenga y la haga funcionar. En algunos casos, la belleza, la creatividad, el deseo de trascender mediante la obra, el ego, asumen el protagonismo en el proceso creativo y el resultado son obras hermosas y majestuosas, de presupuestos descomunales, muchas veces inhabitables, generadoras de esfuerzos extra y pérdidas… elefantes blancos con buen lejos.

“Los cirujanos pueden enterrar sus errores, pero los arquitectos deben vivir con ellos” dijo Frank Lloyd Wrigth, con quien comenzamos este recuento de 10 obras arquitectónicas que podían salir mal… y salieron mal.

Fallingwater, Mill Run, Pennsylvania

Ocupó la portada de la revista Time en 1938. La casa de la cascada o residencia Kaufmann fue diseñada por Frank Lloyd Wright, considerado por muchos como el mejor o uno de los mejores arquitectos estadounidenses, y es considerada un hito de la arquitectura moderna. 

Sin embargo, esta hermosa residencia ha estado a punto de colapsar debido a la humedad poco controlada y a que partes importantes de su estructura, como los pisos, no contaron con el apropiado reforzamiento, a pesar de que el ingeniero a cargo insistía en usar acero para asegurar su resistencia, propuesta que fue rechazada por Wright, alegando que el metal agregaría un peso innecesario que haría desplomar la estructura. El tiempo dio la razón al ingeniero. Posteriormente los pisos, paredes y balcones originales de la residencia debieron ser reforzados con hormigón para preservar el innovador diseño que logra una simbiosis casi perfecta con su entorno natural.

Sydney Opera House, Sydney, Australia

Considerada la sala de conciertos por excelencia, el Teatro de la Ópera de Sidney esconde tras su inmensa belleza y majestuosidad una controversia que contradice los propósitos de semejante obra: sus problemas de acústica.

La Sydney Opera House fue diseñada por el arquitecto danés Jørn Utzon, cuyo proyecto resultó vencedor en un concurso en el que participaron 28 países con 222 propuestas.

El gran problema de sonido comenzó en 1967 cuando se decidió que la sala destinada a presentaciones teatrales sería utilizada para galas de ópera y la sala cuyo fin inicialmente sería la ópera sería usada como sala de conciertos, lo cual dejó a la primera con un excesivo número de asientos y a la segunda con una fosa que impedía a los músicos y cantantes escucharse a sí mismos y entre ellos. El presupuesto para el reacondicionamiento de las salas y la optimización de su acústica ronda los 202 millones de dólares, llegando casi a duplicar el costo de la construcción inicial de este monumento cuyo valor en 1973 era de 102 millones.

Aon Center, Chicago

Antes conocido como Standard Oil Building, es el tercer edificio más alto de Chicago y fue inaugurado en 1973, deleitando la mirada de quienes pudieron contemplarlo en aquel entonces, dado su peculiar revestimiento. 

Sus arquitectos, Edward Durell Stone y Perkins and Will, decidieron revestir su magnífica obra de mármol italiano, de un material mucho más delgado que los recubrimientos convencionales, ignorando que el material que habían elegido, un año después, comenzaría a agrietarse y desprenderse, ocasionando serios daños a su alrededor. Finalmente la piel del edificio fue removida en su totalidad y sustituida por granito a un costo de 80 millones de dólares. 

John Hancock Tower, Boston

Una elogiada hermosura de cristal de 60 pisos de altura inaugurada en 1976 en Boston, Massachusetts. Este monumento diseñado por los arquitectos Bruce Graham & Fazlur Khan con aspecto minimalista cedió inesperadamente a las altas temperaturas que provocaron el desprendimiento de su cubierta de vidrio, causando daños a su alrededor y sembrando tal pánico en su entorno, debido a estos peligrosos desprendimientos, que las calles y avenidas vecinas debieron ser cerradas por la policía para evitar mayores riesgos. Eventualmente los 10.000 paneles de vidrio fueron reemplazados. Pero los problemas de la Torre John Hancock no habían terminado. La estructura de los rascacielos está diseñada para ser lo suficientemente flexible para ceder un poco ante la fuerza del viento, sin embargo, el movimiento de la torre John Hancock llegó a ser tan marcado que desde los pisos más altos manifestaban fuertes mareos. Esta vez fue el ingeniero de Cambridge William LeMessurier el encargado de resolver la falla. El coste total del edificio ascendió de $75M a $175M con sus reparaciones y se convirtió en una vergüenza para la firma diseñadora.

Walkie Talkie Tower, London

Se llama 20 Fenchurch Street, pero le dicen “Torre Walkie-Talkie”, fue diseñada por el uruguayo Rafael Viñoly, inaugurada en 2013 y recibió el galardón “Copa Carbuncle”, otorgado por la revista Building Design como el peor edificio del Reino Unido. Se trata de un edificio de oficinas con diseño curvado acreedor de reconocimientos arquitectónicos por su estética innovadora, pero, contradictoriamente, causante de serios inconvenientes como consecuencia de este mismo diseño.

Poco después de la finalización del Walkie-Talkie centre, las quejas y denuncias acerca de molestos y peligrosos reflejos de luz solar sobre las calles a su alrededor que dificultaban la visión y permanencia de los transeúntes y achicharraban partes plásticas de los vehículos sobre los cuales incidían sus rayos de luz. Por otro lado, la posición del edificio producía un túnel de viento cuya fuerza impedía el tránsito peatonal y derribaba los carteles de los comercios a su paso. Aunque en la página oficial de la compañía encargada del diseño únicamente se señalan las ventajas de este edificio de alto rendimiento, su arquitecto ha reconocido los desaciertos.

Hotel Ryugyong, Pyongyang

Un hotel de más de treinta años que nunca ha hospedado a nadie. La estructura en forma de pirámide de concreto cubierta de cristal se erige en Pyongyang como la Torre de Sauron, con misterio e imponencia. Este monumento de 105 pisos diseñado por la firma de arquitectos Baikdoosan Architects & Engineers y comenzó a construirse en 1987, como respuesta al Hotel Stamford abierto en Singapur en 1986. Para 1992 debía ser completado para convertirse en el hotel más alto del mundo, pero la obra fue interrumpida por falta de financiamiento tanto privado como por parte del Estado debido a las gigantezcas dimensiones del ambicioso proyecto, cuyo presupuesto se estima supera los 700 millones de dólares. Esta inmensa estructura de concreto de más de 300 M de altura es actualmente un monumento vacío, sin ventanas, sin puertas, sin cables, ni tuberías… ni propósito; una multimillonaria inmensidad que apunta a desmoronarse por falta de mantenimiento y fallas en su construcción que se ha ganado los títulos de “el peor edificio del mundo”, “el hotel fantasma” o el “hotel maldito”.

Lotus Riverside, Sanghai

El edificio chino que cayó como pieza de dominó. Un conjunto de 11 edificios de 13 pisos cada uno conformaban lo que durante la ejecución del proyecto se consideró un gran acierto para una ciudad con grandes necesidades habitacionales. El proyecto estaba casi terminado y con el 77% de sus apartamentos ya vendidos cuando una de sus torres se desplomó desprendiéndose desde su base y cayendo como pieza de dominó, causando la muerte de un obrero de la construcción y dejando a los propietarios preocupados por su bienestar y su inversión, ya que el resto del conjunto residencial fue construido con los mismos materiales, con la misma normativa y bajo el mismo procedimiento, que incluyó la construcción de un parqueadero subterráneo mal calculado, que ocasionó la filtración de un río en el suelo sobre el cual estaban construidas las torres, convirtiendo el suelo en lodo, lo que terminó en su catastrófico derrumbe. El desastre fue visto como un gran paso en falso en lo que se suponía que era un logro alegre.

Vdara Hotel and Spa, Las Vegas, Nevada

Incluso para la excentricidad de Las Vegas este hotel es una extravagancia en más de un sentido. El Vdara Hotel and Spa es una lujosa, gigantezca y resplandeciente construcción ubicada en el corazón de Las Vegas; una inmensa joya tanto por el costo de su construcción como por el brillo de su fachada cubierta de cristales. Pero el brillo, que prentendía ser un irresistible atractivo, excedió las expectativas tanto de los usuarios como de los arquitectos e ingenieros involucrados en su ejecución, ocasionando, debido a su recubrimiento como a su forma, un efecto lupa que multiplica en un reflejo la intensidad de la luz solar, aumentando hasta 20 grados centígrados la temperatura de la superficie sobre la cual vierte sus rayos. Para solventar este efecto, los arquitectos resolvieron distribuir sombrillas en la cubierta de la piscina, ya que huéspedes y visitantes del suntuoso hotel se quejaron de haber padecido molestias y quemaduras solares a causa de los abrasadores rayos de calor.

La similitud con el caso del Walkie Talkie Tower no es casualidad. La firma responsable del diseño y construcción de esta más que deslumbrante pieza es también Rafael Viñoly Architects, la que una vez más muestra su debilidad por el cristal y las superficies brillantes.

Ray and Maria STATA CENTER

El encargo de 300 millones de dólares que salió muy mal. Ángulos alocados, paredes muy inclinadas, niveles que parecen desafiar la lógica y la gravedad conforman la obra descontructivista de Frank Ghery, encargada por el Instituto de Tecnología de Massachussets, inaugurado en el 2004. En palabras de su propio diseñador “parece una fiesta de robots borrachos reunidos para celebrar”. A pesar de esta graciosa descripción, el presupuesto de la obra es algo bastante serio, pues su costo superó los 300 millones de dólares y el resultado no cubrió las expectativas, pues aunque visualmente puede ser interesante, sus cimientos y paredes con formas muy arriesgadas estaban plagadas de grietas y la red de drenajes mostró serias filtraciones. La estructura, que fue considerada un logro único, terminó como un carísimo error, obligando a al MIT a demandar al ultra famoso arquitecto Frank Gehry, la mente detrás de este edificio como salido de un cuento de Lewis Carrol.

La Torre Inclinada de Pisa

El campanario con forma de banano. Sí, de banano.

La Torre inclinada de Pisa es el campanario apéndice ubicado detrás de la Catedral de Pisa y su construcción empezó en el año 1173. Fue después de la finalización del tercer piso de la torre cuando esta cedió tres metros hacia el norte debido a los débiles cimientos al suelo blando sobre el cual se estaba erigiendo. Con el paso del tiempo la torre continuó inclinándose y comenzaron los esfuerzos por corregir su inclinación sobre la marcha, dándole a la estructura, ya de aspecto inclinado, una leve curvatura como la de un banano. Debido a su inclinación, los esfuerzos realizados para preservarla han sido dirigidos a mantener su inclinación y a evitar su desplome, más que a intentar enderezarla, y a pesar de dichos esfuerzos, la torre continúa hundiéndose de un solo lado a razón de 1 milímetro por año. Aunque la Torre Inclinada de Pisa forme parte de este ranking, son precísamente sus defectos sus principales atractivos y la razón de haberse convertido en uno de los lugares turísticos más frecuentados del planeta, protagonista de millones de fotografías de gente simulando sostenerla con su dedo.

En el campo de la arquitectura, como en cualquier área de diseño, los errores marcan (por descarte) una ruta hacia la innovación, y el error es inevitable, puesto que, a excepción del diseño por inteligencia artificial, todos los procesos creativos son emprendidos por humanos tendientes a equivocarnos. Condenar a los maestros que pensaron y teorizaron estos monumentos (por muchas razones fallidos) constituye no solo un error sino una injusticia, ya que sus equivocaciones, costosas y algunas peligrosas, constituyen referencias importantísimas de audacia, creatividad, valentía y un abanico de experiencias sobre lo que es correcto y lo que no al momento de concebir un proyecto.

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